miércoles, 29 de abril de 2009

De pronto se apoderó de nosotros el temor de no conseguir medicamentos

El "pánico" es como un colage o como un fractal

El sábado 25 por la mañana nos habló Enedina desde Cuernavaca, mí tía Maritza había empeorado y la médico mandaba el paquete completo de medicinas, es decir antibióticos fuertes en caso de infección bacterial y antivirales en caso de influenza. En Cuernavaca no hay antivirales, así que salimos Corinne, Gonzalo (que vino de Colima a tratarse sus rodillas) y un servidor, a bucear en las farmacias.

Antes, un familiar de Corinne nos había hablado para decirnos que encontráramos el Gabirol, un antiviral, cápsulas de 100 mg, para prevenir la enfermedad, ellos habían conseguido ya 46 cajas para toda la familia.

En las farmacias el Tamifur (después supimos que era Tamiflu) estaba agotado. Corinne empezó a preguntar por la lista de antivirales de cada farmacia y hacer un registro informal. Las discusiones eran realmente teatrales:

¿Qué pasa si uno de nosotros se contagia?

La gente es irresponsable al vaciar las farmacias de antivirales sin una preescripción médica y dejar sin medicina a los que ya están enfermos

¿Hasta cuando va a durar esto?

No quiero asustarlos pero me está doliendo la garaganta y siento los ojos irritados

¿Será verdad todo esto? Y si se trata del Chupacabras de Calderón

Por fin en la última farmacia programada encontramos el antiviral. "Sólo nos quedan cinco cajas", dijo la empleada, "y sólo puedo venderles dos".

La verdad no creí que mi tía tuviera la enfermedad hasta que efectivamente empezó a mejorar con la medicina. No creía nada y sin embargo me adjudiqué síntomas, tranquilicé a los otros cuando se adjudicaban los suyos. Me imaginé la ciudad de méxico en una escena de la película "Cuando el futuro nos alcance". De pronto, desnudos de la actividad de todos los días estabamos aislados, como alumnos sin profesor, paciente sin terapéuta, filólogo sin diccionario, marineros perdidos sin memoria social.

así que aquí vamos, psicólogos indecentes, abracémonos promiscuamente con toda nuestra inteligencia y contagiémonos de la enfermedad de la construcción colectiva

con cariño Emiliano

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