lunes, 4 de mayo de 2009

Que la reflexión gire en torno a la bioética, la soberanía (alimentaria y de salud) de México y la libertad personal. Amén

Como respuesta a mis queridísimos colegas psicólogos, me dan ganas de compartir lo siguiente:
Pues sí: las farmacéuticas son la máxima expresión de perversión en el mundo todo.Son quienes realmente quieren apropiarse del mundo todo.Están metidas en la gran mayoría de productos que consumimos: desde los alimentos hasta la ropa. Elaboran en los laboratorios productos (transgénicos) que inciden directamente en el campo, de donde se genera la materia prima para cualquier cosa. De hecho buscan ser ellas la única fuente de materias primas (por llamarles de alguna manera).
Su envergadura (si bien no es tan emblemática como la de las ya concebidas trasnacionales comerciales, omito mencionar marcas) traspasa la ciencia- ficción.
La observación de la vida cotidiana es alternativa para comprender el rol que cada quien juega.El conocimiento y la educación son las vías con las cuales podemos darnos-cuenta y ser conscientes de qué tipo de colectividad se construye desde cada acto personal.
Puedo elegir consumir tortillas de maíz nixtamalizado en vez de las elaboradas con maseca (transgénicas).
Puedo hervir el agua en vez de comprarla (a diferencia del petróleo, el agua es un elemento vital. Puedo construir la paz si no la compro)
Puedo recurrir a técnicas naturales para sanar como la homeopatía o la acupuntura o caer en la estafa de la alopatía (que sí, puede ser útil y benéfica, hay que discernir cuándo).
Puedo darme cuenta de que mi estado emocional repercute en el entorno y en mi salud.
Puedo escuchar el mensaje de la enfermedad como parte de la vida o caer en pánico y vulnerabilidad.
Puedo comer vegetales(y salvar así hectáreas de selva al año) o creer en el mito ocidental de que la carne es vital para vivir (y ser indiferente a la violencia que directa e indirectamente las industrias alimenticias gestan) etc, etc, etc...
Y bueno, creo que hay una gran distancia entre alimentarse de uno que otro chancho criado en traspatio que depender de miles de cerdos criados al por mayor alimentados artificialmente y con uso de antibióticos y hormonas transgénicos...Sí, ya se que dicen que consumir carne de cerdo no tiene nada que ver, pero sí:
La relación que cada persona tiene con su entorno, con la naturaleza, con la vida; determina muchas cosas.
El virus existe: creado o no, existe. Los antivirales existen. La vacuna existirá. Así como existen muchas otras. Quienes ganan son los mismos. Paradójicamente, perdemos todos. También desde hace algún tiempo se sabía, se esperaba una pandemia como la actual. Hubo tiempo suficiente para, paliativamente, hacer campañas educativas contra la automedicación y el uso de medidas higiénicas básicas (entre ellas el resaltar el derecho humano a la salud, lo que implica tomarse el tiempo necesario para sanar, cosa censurada en la acelerada modernidad). Hubo tiempo suficiente para defender la soberanía (comenzando con la alimentaria) de México, y para establecer medidas inteligentes y sustentables en el sistema de salud.
En fin, que este virus además de todo es un síntoma de otra enfermedad: el desconocimiento; se correlaciona con la indiferencia y la negligencia también. Hay quien sigue pensando que esta pandemia sólo es parte de la política preelectoral y de la crisis económica ( que bien se acomoda también). Hay quien sigue pensando que el uso de la bio"tecnología" genética sólo es progreso. Hay que recordar lo básico: la vida no se puede controlar ni predecir. Nos queda prioritariamente la defensa de la soberanía (alimentaria y de salud) como metáfora de la práctica de la libertad personaly del poder de la vida cotidiana.
La reflexión gira en torno a la bioética, la soberanía (alimentaria y de salud) de México y la libertad personal. Amén
Les mando todos los besos y abrazos que quieran imaginarse.
Enviado por Sandra M de O

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